La globalización decae y la alternativa es la soberanía

Tal y como había anunciado, el presidente de EEUU, Donald Trump, presentó el martes la nueva política arancelaria de Washington, que básicamente consiste en una subida generalizada de los aranceles a la importación de mercancías. Aplicará un gravamen general del 10% al que se añadirá una tarifa complementaria que variará según el país. Esta última parece que se ha calculado simplemente en función del déficit comercial que cada Estado tiene con EEUU: cuanto mayor, más alta será esa tarifa. En todo caso, los aranceles cuentan con un buen número de excepciones, entre las que destacan el petróleo, el gas, el uranio y las materias primas en general, pero no los productos agrícolas.

Las reacciones políticas a la medida no se hicieron esperar. China instó a Washington a cancelar los aranceles y prometió contramedidas. También la UE dijo estar preparada para negociar y para tomar represalias, y el Gobierno francés insinuó que las medidas irán dirigidas contra los gigantes digitales estadounidenses, anticipando por dónde puede ir la escalada. En cualquier caso, el uso de aranceles para proteger el mercado interno tampoco es excepcional. Recientes son, por ejemplo, los aranceles que la UE estableció a la importación de coches eléctricos chinos, que en algunos casos llegan hasta el 45%. En este contexto, refugiarse en el discurso de que los aranceles serán un duro golpe para la economía mundial no parece muy honesto. Es cierto que la economía se resentirá, que las empresas tendrán que modificar sus cadenas de suministro, lo que traerá paro en algunas regiones y nuevos empleos en otras y que, en general, los precios subirán y empobrecerán, sobre todo, a la clase trabajadora en todo el mundo.

A partir de ahora se abre un periodo de negociación que puede concluir con acuerdos que reduzcan algunas barreras o, por el contrario, con una escalada que fragmente todavía más la economía mundial. En todo caso, la potencia hegemónica ha dado por concluida la era de la globalización. Este es el punto de partida que invita a pensar en una estrategia económica que esté más enfocada en satisfacer las necesidades del país que en la conquista del mercado mundial.

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